lunes, 3 de marzo de 2014

EL ORGULLO POR MI ABUELITO

Por: Cristina Hernández.

Suelas de zapatos, calzado, hermosos paisajes, y unión familiar; son sin duda las palabras que representan la vida de mi abuelito Roberto Hernández Fuentes. El oficio de zapatero lo aprendió de su padre en la ciudad de León, Guanajuato. Su primer trabajo fue a la edad de trece años, como ayudante de una persona que plisaba y planchaba las suelas.
 Los mejores recuerdos que tiene son de cuando jugaba con sus hermanos, abuelitos y tíos. Los malos son protagonizados por la tiranía de sus padres hacia sus siete hermanos, enalteciendo el favoritismo a Ramón, el mayor.
A pesar de estas diferencias la relación con su hermano fue muy buena, eran inseparables; sin embargo, con su hermana fue tirante y con los demás considera haber tenido una buena relación, únicamente de respeto. Desde que mi abuelito se casó, Ramón y él comenzaron a alejarse, actualmente ya no se frecuentan.
A raíz de las situaciones anteriores vividas con sus padres y hermanos, decidió que él no quería ser así con sus hijos y afortunadamente lo ha logrado. Desde que se casó con mi abuelita, María del Rosario García Ramírez, la llevó a León a conocer el lugar donde había nacido, a su familia, sus lugares y comida favorita.
Actualmente los viajes familiares se hacen más placenteros pues vamos toda la familia. Es una tradición ya totalmente inculcada ir a León al  menos dos veces al año y mi abuelito ha hecho una buena labor al enseñarnos a amar su tierra pues todos disfrutamos mucho esos viajes y los anhelamos con gran entusiasmo.

            Si algo nos ha enseñado también es a ser compartidos, a cuidar y proteger a la familia de la cual formamos parte pero sobre todo a permanecer siempre juntos en las situaciones buenas, malas y hasta en las peores. Es un valor que tenemos muy inculcado.

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