miércoles, 2 de junio de 2010

Los Remedios



Por: Reyna Paz Avendaño


“El Cerro de Los Remedios fue una importante zona en la época virreinal, pero ¿qué se ha reportado de él?, ¿cuál es la historia oficial?”, expresó Ana Lorenia García, licenciada en turismo y especialista en historia del arte, durante la exposición de Babel: el vuelo y la huida, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) el pasado 26 de marzo.

La virgen de Los Remedios llegó junto con el inicio de la Nueva España, los soldados se sintieron identificados con ella, sin embargo, tras la derrota de Hernán Cortés en 1520 –conocida como la Noche Triste-, esta virgen emprendió la huída con los españoles pero en el camino la tuvieron que abandonar.

Posteriormente en 1531 un indígena de nombre Juan, durante su camino hacia el Cerro de Los Remedios, encontró a la virgen debajo de un maguey, éste optó por depositarla en una caja con candado y hacer de ese lugar su santuario.

En el siglo XVII la Nueva España construye una ermita exclusiva para la Los Remedios y después el primer santuario se hace en el siglo XIX y fue hasta la década de los noventas cuando el párroco de la iglesia logró cimentar una basílica.

“Se logró gracias al buen conocimiento de la historia, es decir, se sabía de las peregrinaciones y milagros pero fue el estudio e investigación durante varios años los que lograron la basílica” mencionó Ana Lorenia.

La virgen de Los Remedios mide catorce centímetros y era una de las cuatro esculturas sagradas que protegían la Ciudad de México junto con la virgen de Guadalupe, de la Bala y La Piedad.




Virgen de Los Remedios


Después de exponer la relevancia y buena conservación del santuario de la virgen de Los Remedios, Ana Lorenia procedió a la explicación del olvido del acueducto a través de la pintura “Recuerdo de Los Remedios” hecha por Juan

O ‘Gorman.

Los Arcos o el acueducto es una obra de finales del siglo XVII del ingeniero Iniesta Bejarano. “Es una torre de babel aunque el térmico técnico es sifón. Es una especie de bomba que jala el agua y la conduce por la alcantarilla, aunque eso nunca funcionó”, describió Lorenia García.

La especialista en historia del arte, asegura que Juan O’ Gorman pinta a Los Remedios fotográficamente, ya que permite hacer el análisis del paisaje como referente turístico de la Ciudad de México. Siempre dibuja el acueducto siguiendo la cañería hasta la caja de agua para que pueda subir a una fuente, con el detalle de la “placa” o “carpeta” donde escribe el nombre de la obra y el año, parecido al estilo barroco de Frida Kahlo.

“Recuerdo de Los Remedios” es de 1943, tiene paisajes accidentados, con vegetación, y al fondo con la imagen de la torre de babel. “¿Por qué Juan

O´ Gorman decide pintar eso?”, interroga Ana Lorenia e inmediatamente da la respuesta: “en los cuarentas hay un gran movimiento artístico donde existe la conexión entre todos los intelectuales, cineastas e historiadores del arte, entre ellos Juan O ‘Gorman, Justino Fernández Diego Rivera y Frida Kahlo, se juntaban y iban a recorrer el mismo paisaje para pintar, fotografiar o meditar, era algo increíble”.

Otra pintura de O’ Gorman muestra cómo antes ese en el siglo XVII un lugar de garzas debido a la abundancia de flora y agua. Actualmente se pueden apreciar águilas y aves tropicales “e incluso una vez oí que había un tucán”, comenta Lorenia García.

Juan O ‘Gorman toma la referencia de la torre de Los Remedios en varias de su obra que posteriormente varios artistas la retoman en sus obras, tal es el caso de Frida Kahlo. “Los caracoles empiezan a aparecer, son flotantes, y se empieza a usar mucho esa forma, la idea de la torre de babel estaba muy en boga en ese momento, muchos la manejan después de 1930”, detalla Ana García.


Los Remedios, Agustín Lazo (1930)


La diferencia de O’ Gorman con los demás, según la explicación basada en Babel: el vuelo y la huída es el uso de interpretación pues “los paisajes de

O’ Gorman son claros, él hacía una vista a vuelo de pájaro a pesar de manejar escenarios rocosos sin aparente salida y ¿cómo salgo? siempre hay descanso, esa idea de volar al cielo o al mar está presente en todas sus obras”, comentó la especialista.


Venus, Juan O ‘Gorman (1976)

Durante su visita a la FCPyS dijo que hoy el aspecto guardado por el acueducto es muy triste aunque ante el cambio de presidencia municipal (hace seis años) se hizo un pequeño parque para evitar que la torre estuviera aislada, cercaron el lugar y pusieran vegetación.

"Yo intenté tomar fotográficamente la tragedia de no haber reportado la historia en aquel momento, pues no hubo un grupo de historiadores y terminó en este: el descuido", expreso Ana Lorenia al mostrar las imágenes de cómo los arcos no han recibido mantenimiento ni medidas que rescaten su memoria histórica.

“Eso son los caracoles, pero pareciera que fuera estacionamiento, en 1995 hasta agarraban piedras para sus casas”, platica Ana Lorenia y enseguida enseñó un video de Los arcos a horas pico. También compartió la experiencia de que años atrás se pretendía convertirlo en un lugar privado pero el Partido Verde de México (PVEM) y el Partido de acción Nacional (PAN) externaron problemas de pertenencia territorial y la comunidad protestó. Ello fue presión para que el proyecto no concluyera.

De forma consternada, Ana Lorenia García platicó que el paso por Los Arcos es caótico aunque también se debe de reconocer que es una vía pública.


Los Arcos y vía pública



“Se dio el caso de la mujer –candidata a la presidencia municipal– que rescató Los Arcos, los arregla pero a cambio de poner su foto. Fue una acción que rescata con una campaña publicitaria pero el fin es conseguir votos”, narra la especialista.


Ante la interrogante de ¿qué está pasando ahora? La conclusión fue que hay una cierta gestión cultural en delegaciones y municipios, pero para los secretarios de cultura y diversos institutos todo se reduce a campañas electorales o sexenales; entonces no hay continuidad de la gestión cultural ni de los grandes proyectos.


…Sobre Juan O’ Gorman y Ana Lorenia García…


Decidí hacer mi tesis de Los Remedios, después de que me recibí, me inscribí a historia, retomé mi tema de investigación y después hice un diplomado sobre Juan O’ Gorman. Estudié la obra “Recuerdo de Los Remedios” de O ‘Gorman, ese fue el motivo para meterme al diplomado.

Juan O ‘Gorman es un paisajista, aunque hace arquitectura, le gusta dibujar paisajes porque vivió en Guanajuato, entonces también pone de su creatividad artística. La fotografía es justo unos días antes de que se suicidara; esa es otra historia, otro punto de vista, la historia de este hombre como ser humano es otro asunto, es muy drástica: además de tomar arsénico -en 1982-, grabó su suicidio y además, por si no funcionaba, preparó la pistola, lo tenía bien planeado.

La tumba de Diego Rivera es una gran escultura. Yo fui un año después de que había muerto O’ Gorman pero su lápida no tiene nada, esta plana, dice: Juan O ‘Gorman arquitecto 1905-1981. Fue un gran impacto porque justo apenas había dejado de hacer mi trabajo.

Autorretrato, Juan O´Gorman (1982) 


Dr. Rabias


Por: Fernando García Lazo

Caminar por las calles de esta ciudad hace que uno tope con innumerable cantidad de mensajes gráficos. La calle, entendida por la mayoría como un lugar de paso o cuando mucho, de paseo, reclama atención y cambia de giro. Las calles hoy, ayer, siempre, están diciendo cosas.

Y dicen ‘cosas’, porque son muchos quienes las dicen y muchos también los medios que usan: pintura vinílica o en aerosol, brochas, pinceles, bolígrafos, marcadores, plantillas, engrudo, papeles o calcomanías de vinil.

A continuación, una voz de esas entre muchas, que del dibujo y diseño por computadora pasó a la creación manual y de ahí a la intervención callejera.

El Dr. Rabias

Lugar: Museo del Juguete Antiguo Mexicano, MUJAM. Es el Collec 11, un evento donde se muestran y comercializan desde juguetes de diseñador, ropa, libros y antigüedades, hasta artículos de lucha libre. Muchos vienen a ver, pero pocos compran. Organiza: Dr. Rabias, de nombre, Edgar Vargas Reyes, periodista, ilustrador y creador callejero.

Llego un poco retrasado y no encuentro a Rabias en su puesto. Una mujer de ojos claros me dice cordialmente que Rabias se acaba de ir a pasear por el lugar. Ella después supe, es Vero, madre de Edén de cuatro años, hija también de Rabias.

Lo encuentro casi inmediatamente caminando entre los otros puestos y mientras me conduce a la azotea de edificio, me enseña los monstruos que ha pintado en estas paredes: tentáculos, colmillos, ojos sin pupila, platillos voladores; criaturas y creaciones variadas que, a pesar de todo, se ven bastante inofensivos.

Subimos una escalera de caracol y apoyados en un barandal contemplamos las idas y vueltas de los asistentes a la exposición. Comenzamos. “Estudié Comunicación y Periodismo Colectivo, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM e hice un Diplomado en Animación Cinematográfica en la Universidad de California en Los Ángeles, la UCLA,” y se adelanta a la pregunta “sí, donde estudió Jim Morrison”.

Al terminar la carrera cubre la fuente política para La Jornada y el Nacional, sin embargo, recuerda esa experiencia con desagrado “era bien desgastante, andaba siempre a disgusto”.

Tras cinco años de trabajar como reportero, el acabose llegó con las elecciones presidenciales del año 2000: cuatro horas en sala de espera para cinco minutos de entrevista con Labastida, y seis horas para dos minutos con Fox, “en ese momento fue cuando dije: yo entrego esta chamba y a chingar a su madre”.

A la calle
Decidió no soportar más la política y busca donde colocarse. Gracias a su trabajo como ilustrador, hace contacto con diferentes publicaciones dedicadas a temas con los que él es afín: revistas de tatuajes, rock, patinetas “y me dieron chamba en todas, ya así, ¿para qué me preocupaba?”.

El trabajo de Rabias se relaja y se libera: escribe sobre rock, cine de terror y dibuja ‘anticomerciales’ parodiando campañas publicitarias. A la par de esto, empieza a investigar sobre la cultura callejera, toma sus primeras fotos de graffiti y conoce a la gente que pinta en la calle.

“A la primera que entrevisté fue a Basic, porque en Gorila me pidieron que sugiriera nuevas secciones y yo dije graffiti, pero querían algo ‘atractivo’ entonces propuse: una mujer que hiciera graffiti.” A partir de esa entrevista, correos y llamadas llegaron a la editorial exigiendo más artículos de graffiti pero también de mujeres en la cultura urbana. “Fue un bombazo”.

Así, Rabias empezó a cubrir exposiciones de graffiti, se empapó del tema entrevistando gente y fotografiando. “Esto coincidió con que un amigo que en ese entonces era fan de lo que yo dibujaba y escribía en la revista, iba cada mes a la Editorial, hasta que nos conocimos. Se hacía llamar Nash y me empezó a hablar de street art, de artistas como Banksy, Obey, Space Invader, me enseñó páginas de internet y me propuso empezar en esto.”

Diferente del graffiti, aunque fuertemente vinculada con éste, el street art es una nueva forma de creación callejera. Se utilizan distintas técnicas creativas para intervenir las superficies de la ciudad donde el graffiti habitual no alcanza: mensajes con plantillas y aerosoles, cartones coloreados a mano, calcomanías impresas en serigrafía e incluso miniaturas de papiroflexia.

Con Nash acompañándolo, Rabias conoció el mundo del street art e hizo sus primeras plantillas y diseños que incluyeron marcianos, pistolas y luchadores. Se decidió por hacer street art pues a diferencia del graffiti, le parece más práctico, además, en la ciudad no existía la saturación que existe hoy.

El inicio fue incierto, pues significó un cambio en la forma de ver el mundo “me acuerdo que para mí era una sensación increíble. Yo, que siempre fui muy recto, no tiré basura, no robé, anduve de traje, acabé mi carrera y empecé a trabajar, no fumo, no tomo, nunca he hecho nada prohibido; ahora ando haciendo algo que, supuestamente, no debería hacer: pintar esténciles y pegar cositas con engrudo o calcomanías en la calle”.

Resulta una especie de liberación y al principio, con una sola idea y un solo objetivo en la cabeza: atascar, llenar toda la ciudad con sus creaciones “en un principio me parecía súper chistoso y decía ‘¡sí se puede, sí se puede!’ y todos me tiraban de a loco. Decían que parecía un perro queriendo morder a todos porque en la calle me iba sobre todo.”

La idea de saturar la ciudad por completo pierde fuerza pues a la larga resulta muy caro y cansado. “Me planteé muy pronto que el atasque no es sólo eso, sino tiene que ir acompañado de una campaña permanente y constante de refuerzo a la ciudad, algo parecido al posicionamiento de un producto en la publicidad por medio de la repetición, que los ninjas se vuelvan parte de la ciudad, que la gente lo haya visto aunque ni le encuentren forma.”

-¿QUE LA GENTE LO INTERPRETE COMO QUIERA?

-No. Si lo entienden o no lo entienden, si les gusta o no les gusta, me vale gorro, pero que sepan que existen, que están en la ciudad y que no las van a quitar y que mientras yo no me muera, le voy a estar reforzando a cada rato a la ciudad y se los van a tener que soplar.

Ataque Ninja
“Un amigo ilustrador, me dijo, ‘vamos a hacer un despacho de ilustración y animación, y ofrecemos la chamba a agencias publicitarias”, y buscando un nombre para tal efecto, surge la idea de los ninjas, el Proyecto Ninja que después se convertiría en Ataque Ninja. El único problema fue que a su amigo lo llamaron de una de éstas agencias en Londres y nunca regresó.

“Me dejó con el proyecto y con 100 dibujitos de ninjas, entonces dije ‘a ver no me voy a quedar con esto, ya los hice, ya les invertí tiempo, los voy a volver estampas y va a ser el último intento”, pues tras un año pegando luchadores y marcianos, Rabias sintió que su estilo se perdía entre tantos mensajes.

Le gustó la idea de los ninjas porque según él había visto en películas, los ninjas aparecen de la nada y en un parpadeo frente a ti. “Para mí el hacer cosas en la calle tendrían que ser así: hoy tú, simple mortal, sales de tu casa y tu casa está limpia y cuando regresas de trabajar o de la escuela, toda la calle está hasta el gorro de graffitis, calcomanías, esténciles o carteles.”

Arte VS Ráyate las nalgas

Aunque el decir street art refiera precisamente a una condición artística, para Rabias tal concepto no influye al hacer éste trabajo. Para él, producir calcomanías y diseminarlas por la ciudad no está cerca de ser algo artístico, pues es algo muy sencillo que no requiere gran esfuerzo físico o intelectual y que tiene que ver más con el apropiarse de la ciudad.

“Es una forma de apropiarte de la ciudad, que en algún momento dijeron que era de todos… ¡Y que es mentira, no es de todos! Es de quien lo decide, de quien decide salir a la calle y no aceptar que sea sólo un sitio de tránsito, sino también de creación, de desmadre... y de destrucción también”.

Destrucción, concepto comúnmente asociado al vandalismo y que en lo referente a expresiones callejeras representa el eterno debate y cuento de nunca acabar por aquello de el respeto al derecho ajeno...

“Porque a la par de saberte como posible creador hay que saberse posible destructor, y si soy capaz de hacer cosas que la gente diga ‘ay qué bonito ¿es arte?’ debo ser capaz de hacer también cosas que la gente repudie. Sólo así puedo saber que soy capaz de hacer ambas.”

Igualmente, Rabias sabe que así como uno hace lo que quiere, la gente tiene también el derecho a defender su casa, su calle y sus paredes, “y está bien, creo que ambas partes le dan más sazón a la vida en lugar de estarte preocupando porque el país está de la chingada. No creo que sea arte ni creo que sea destrucción.”

“Al gobierno no le quita el sueño que la gente haga bombas y taggs (graffiti), ni que pinte patrullas o el metro, pero a cada uno de los simples mortales que estamos haciendo cosas en la calle, nos resulta divertido, es lo que le da razón a la vida”.

Edén
Le pregunto cómo fue el que su hija naciera en los años en que precisamente se metió de lleno a hacer street art, y muy tranquilo responde que fue algo de lo más normal; aunque sí representó un cambio de actitud, pues dice que dejó de intervenir la calle aproximadamente un año para dedicarse a su hija y su mujer.

“Me gusta pensar que mi hija va a conocer cosas distintas que a unos les toca conocer de más grandes, y que para ella ya es algo muy normal: reconocer imágenes en la calle, o saberse ella misma con la capacidad de decir ‘yo soy Edén, pero me llamo La Princesa Ninja’. Eso ya le da otra dinámica a su vida”

Aclara que tampoco se trata de que su hija forzosamente haga cosas en la calle y, mejor, preferiría que siempre lo viera como una opción, que sepa que tiene la capacidad de intervenir en la calle si se le antoja, pero preferir antes el estudio y el trabajo a la calle y la pura diversión.

Rabias enfatiza: la calle no te va a resolver nunca la vida. En su opinión puedes darle mucho a ésta y en cierto modo te va a recompensar: conocer personas y lugares, intercambiar ideas y experiencias; pero nunca vas a vivir de la calle.

Por eso para él lo primero es trabajar y dinero, sin importar como lo hagas, pues abre muchas puertas y te permite incluso hacer cosas de más calidad, pues observa que en México la falta de dinero es un problema para quienes se dedican a la creación en la calle.

“A mí me encanta que haya gente tan joven haciendo cosas en la calle, creo que es muy positivo. Hay chavitos de 13 años que dentro de diez van a tener 23, o sea, tienen diez años para desarrollar algo bien interesante ¡y aún van a estar bien chavos!, y si hacen ahorita cosas muy malas ¿qué importa? ya mejorarán o se irán al carajo… Pero, ¿puede haber algo más alentador que eso?”

Experiencia en la fuente policíaca*

Por: Alejandra Hernández Ojendi

Jorge Sánchez Torres es reportero de la fuente policíaca desde hace 25 años. Cuando habla del ejercicio de su profesión advierte: “a diario estás en riesgo, a diario vuelves a nacer”.

Es alto y delgado. Su cabello es negro, sin canas. Es “traga años”, asegura. De su afilado rostro saltan unos ojos negros y pequeños como avellanas y brota su barba en forma de candado. Sus expresivas manos abren, cierran, se juntan, se separan, sostienen su rostro, señalan.

Por momentos resulta trabajoso entender su voz. Parece que no termina de abrir la boca para pronunciar las palabras. En radio es distinto. Se le escucha con una sorprendente nitidez.

La importancia de su actual labor se refleja en su formal vestimenta: traje y zapatos negros que hacen juego con una corbata amarilla de motivos también negros.

En el lado izquierdo de la mesa sobre la que se apoya, coloca un puñado de documentos que parecen importantes y cuatro celulares puestos ahí para estar al pendiente de cualquier llamada.

Desde hace 15 años es responsable de la fuente policíaca en las tres emisiones del noticiario Enfoque, que se transmiten de lunes a viernes por Radio Mil y Estéreo Cien. Sin embargo, pasó por momentos difíciles antes de ocupar este puesto.

Recién egresado en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, colaboró para Estéreo Mundo, emisora de Morelos en la que durante cinco años fue productor y conductor del programa de revista “Los muchachos de hoy”.

Por una nota que “no gustó” al entonces gobernador del estado, Lauro Ortega Martínez, en la que denunciaba las extorsiones que realizaba un grupo de judiciales, salió de esa radiodifusora.

Después trabajó para el Diario de Morelos cobrando “sueldos muy bajos”. Pero como su “inquietud” era la radio, regresó a la Ciudad de México donde, “ya con experiencia”, le dieron una oportunidad en Radio S.A., hoy Radio Trece.

Debido a que su meta era estar en Radio Monitor con José Gutiérrez Vivó, “dije: voy a llegar ahí, voy a estar ahí”, dejó de laborar en la emisora de Carlos Quiñones Arizmendi y “logró” entrar a los reportajes especiales de Monitor.

Fue en este noticiario que se le asignó “por azar” la fuente policíaca. Sin embargo, después de cinco años decidió salir de la radiodifusora que no lo “apoyó” cuando “pasó” una nota en la que se denunciaba que el que fuera secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, Santiago Tapia Aceves, estaba coludido con el crimen organizado.

Entonces comenzó a trabajar para Enfoque nuevamente en la fuente policíaca a pesar de que también había cubierto presidencia, espectáculos y finanzas. Cubrir esta fuente, en la que se ha especializado y le apasiona, lo ha llevado a brindar asesoría en imagen institucional a la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal y del Estado de México. No obstante, asegura que se inició en ella no porque la obtuvo, sino porque se la dieron.

“Te empiezas a especializar, pero cómo no vas a ser experto si nada más te dan esa oportunidad. Tú como reportero puedes cubrir lo demás, pero te empiezan a etiquetar y al final de cuentas empiezas a conocer gente, a tener los contactos y puedes hablarle a un procurador, a un ex procurador, a un delincuente”.

Libertad de expresión y censura en radio

Otra de las primicias de Jorge Sánchez fue la nota en la que informó que el conductor de televisión Paco Stanley, asesinado a balazos en su camioneta después de salir de un restaurante, había sido el principal distribuidor de cocaína entre los artistas de Tv Azteca y Televisa.

Esta nota, transmitida sin autorización de su jefa, es ejemplo de que “la censura está en uno mismo”. “En radio yo puedo interrumpir la programación, decir: enlázame, ábreme cabina, y pasar la nota. A la mejor me cuesta la chamba, a la mejor no, pero si yo quiero, puedo hacer que pase una nota porque el conductor del noticiario no puede cortar la transmisión”.

Y cuando la transmisión no es en vivo, la obligación del reportero es hacer llegar su nota a la emisora. “Tu trabajo es mandar las notas. Tú no eres responsable si la pasan o no”.

No obstante, considera que el reportero debe valorar cuándo difunde y cuándo no alguna información. Según su criterio, no debe transmitir las notas que refieren a la identificación o ubicación de los secuestradores de alguna víctima, quienes, al saberse descubiertos, podrían matarla.

Tampoco debe anunciar los operativos porque “es echarle aguas a los delincuentes, decirles: ahí te van” ni difundir información cuando éstos lo amenazan con lastimar a su familia.

Cuando en 1994 cubrió el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), Jorge Sánchez padeció los abusos de los militares, quienes lo encañaron a él y a otros reporteros, y en Enfoque no transmitieron varias de sus entrevistas a personas que presenciaron los atropellos del Ejército, no así la que realizó al Subcomandante Marcos.

Sin embargo, considera que en radio hay “mucha” libertad de expresión. “En un parámetro del uno al 10, es de ocho o siete”. Los obstáculos para ésta son precisamente “la censura por los intereses de los patrocinadores, de los dueños del medio o de los jefes de información”.

El cuarto poder

Jorge Sánchez reconoce que entre los periodistas “no hay unidad por su ego, porque cada uno quiere sobresalir, ser el mejor”. Pero considera que “si esto se lograra, se podría hacer mucho” por el poder de denuncia que tiene el gremio periodístico.

“Hay compañeros a quienes no les pagan, pero que portan una credencial de reportero. Con ésta le das miedo a los policías, a los funcionarios. Tienes el poder, el micrófono para que te escuchen. Si uno habla sin micrófono (tapa el micrófono para ejemplificar), no te escuchan”.

La responsabilidad del reportero

Para Jorge Sánchez, otra de las responsabilidades del reportero es precisamente “reportear” y no sólo tomar la información oficial del comunicado o del boletín (sacude el puñado de documentos que tiene a su lado). “Te la puedes llevar tranquilísima sin reportear, sin investigar, pero debes hacerlo si lo que te interesa es denunciar”.

“No me gusta la información oficial, la del gobierno, la manejo, pero también tengo nota reporteada”. De esta manera, asegura, “te haces valer”, los funcionarios públicos “te tienen miedo, respeto”. En cambio, si se sucumbe a la información oficial y a la corrupción “te tratan mal, te pierden el respeto”.

El pago al reportero es que, “de los 10 que te oyen, uno te escucha. Entonces ya la hiciste. Para eso estás, para formar opinión pública. Ése es el pago, porque si lo ves en cuanto a sueldo, es una profesión muy mal pagada en la que te puedes desviar si no tienes los valores, ya que puedes obtener mucho dinero”.

“Antes la fuente policíaca era el castigo, ahora te sitúa en el terreno del investigador, del abogado”, concluye.

* Esta entrevista se realizó en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales el 4 de marzo de 2010. Forma parte de las actividades organizadas por el profesor Héctor Ramos Aguilar para la materia Taller de periodismo especializado II.

Recorrer tres veces Avenida de los Insurgentes

Por: Ángel Suárez

La noche en el frío mar del norte de Europa. A kilómetros a la redonda lo único que se puede divisar es agua. La temperatura oscila entre los 11 y los 18.5 grados centígrados. Planteado así puede parecer una situación aterradora, pero para algunas personas, estar justo ahí, a la mitad del océano, es su sueño de toda la vida.

En agosto de 1994, a unos días de cumplir 35 años de edad, Nora Toledano atravesó el Canal de la Mancha de ida y vuelta, y al hacerlo, se convirtió en la primera mujer de Latinoamérica en realizar dicha hazaña y la sexta en el mundo, de un total de trece personas que, por lo menos hasta 2001, lo habían cruzado. Se trata de un cuerpo de agua que en su parte más angosta, desde el puerto de Dover en Inglaterra hasta el cabo Cap Gris Nez en Francia, mide 33 kilómetros.

¡Treinta y tres! ¿Cuánto puede ser semejante distancia? La avenida más larga de la Ciudad de México, Avenida de los Insurgentes, desde el Acueducto Guadalupe en el norte hasta su entronque con el Viaducto Tlalpan en el sur, apenas llega a los 28.8 kilómetros. Vamos a redondearlo a 29, faltan todavía cuatro para completar los 33, y eso es sólo la ida, falta todavía el regreso.

Pero el Canal no es una avenida perfectamente delimitada por aceras a ambos lados, es un estrecho por donde circulan numerosas corrientes que convierten al recorrido en una odisea de aproximadamente 90 kilómetros. Es como recorrer tres veces la citada Avenida de los Insurgentes.

Este cuerpo de agua ha sido imán de numerosos atletas que buscan atravesarlo a nado. Desde 1875 hasta 2001, 607 personas han logrado realizar esta hazaña, y apenas 13 lo han hecho de ida y vuelta.

En lo primero que piensa uno es la condición física que ha de requerir realizar semejante empresa y en el entrenamiento y la preparación necesarios. Pocas veces nos detenemos a pensar en aquella parte que debe estar más fuerte que cualquier músculo, que los brazos o que las piernas: la mente. El mar, por grande e imponente que sea, no es la fuerza más grande contra la que un nadador en aguas abiertas se enfrenta; son los demonios internos: ya me cansé, ¿cuánto falta?, tengo frío, llevo catorce horas nadando, tengo miedo.

Desde luego un nadador que atraviesa el Canal de la Mancha no es abandonado a su suerte: una embarcación cuidó y guió a Nora durante todo su recorrido. Una gran ayuda, pero a la vez no puedo imaginarme cómo se ha de sentir estar adentro del agua, con frío y cansado, con una embarcación a unas brazadas de mí y saber que con sólo tocarla seré descalificado y todo habrá sido en vano.

Otro demonio contra quien luchar: pues un temor que embargó a Nora durante su travesía fue el saber que ya lo había intentado antes y no lo había logrado, y la sola idea de fallar de nuevo la aterraba más que la fuerza del océano.

La trascendencia del cruce de Nora no es el encontrarse en el grupo de seiscientas personas que han atravesado el Canal, de una población mundial total de seis mil millones, sino que, además de ser la primera mujer latinoamericana en cruzar, salió de un país sedentario, donde el deporte recibe pocos apoyos y que actualmente ostenta la medalla de oro en número de niños obesos y de adultos con sobre peso. Su revolución, más que en su entrega y disciplina, consiste en haber superado su entorno, en haber nadado contra la corriente de su contexto. Más que sentir orgullo y admirarla desde lejos, habría que seguir su ejemplo, sea cual sea el ámbito donde nos desempeñemos.

Para mi actriz




Fotografía y texto de: Mariel Medina Lugo

Sus ojos son café claro, su nariz es ancha y pareciese que su ceño es el origen de de ésta. Los labios que decidieron poseerla son gruesos. No es una mujer llamativa como los brillantes, más bien, se parece a cualquier día lluvioso, en el que se te moja el pelo, se enchina y vuelve a secar.
Su mente, sí que era distinta, contemplaba la naturaleza, lo verde en los árboles, el azul del cielo y lo blanco de las nubes. Guardaba la espontaneidad, la debilidad ante la danza y el teatro. Sin embargo, también le agradó lo que logró con nosotros. Quizás como taller de danza-teatro fuimos una especie de experimento.

En él, alcanzó a estremecer cada uno de mis músculos, nuestros ojos no miraban al espejo, sólo existía una especie de conexión que eliminaba cualquier otro estímulo que no fuese la música y su voz. Éramos uno y sólo uno. Las piernas no aguantaban la tensión, la música era rápida, y otras veces lenta. – ¡Arriésgate, haz que tu cuerpo ya no pueda más! ¿Dónde está el otro? Comienza a tocarlo, pregúntale sin decir nada, si te acepta.

Cada clase su voz era diferente, te recostaba en la duela fría y dura. - Respira, sólo respira y deja que tu mente se conecte, estás en el aquí y el ahora-. Como si pudiera hacer volar nuestras almas.

Todos llegamos de distintos lados, con diferentes vocaciones, o sin ellas. Pero a Flor eso le agradó más. Poder encontrar lugares comunes, como aquél en Ciudad Universitaria. Ahí volamos, intentamos asesinar a alguien, estuvimos hambrientos; incluso hubo celos entre dos mujeres que disputaban el amor de un hombre que al final se quedó con las dos.

Egresada de la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA, Flor Sandoval Fortanel, considera al igual que Pina Bausch, bailarina alemana quien impulsó la danza-teatro por primera vez, que lo importante en la danza no es el movimiento, sino lo que mueve a las personas.

Con éste y otros pensamientos, Flor indujo mi cuerpo y mente, a la conexión total. Mis extremidades y mi coronilla, alcanzaron sensaciones nunca antes percibidas. Maestras como ella necesita la Universidad, que alienten y acaricien el conocimiento como si fuese algo sagrado.

No más

Por: Alejandra Hernández Ojendi


Fue después de 14 años de matrimonio que Rosalía decidió dejar a su esposo. La idea de irse y llevarse a sus hijas la invadió desde el principio de su unión con Armando, y por mucho tiempo funcionó como una amenaza a la cual parecía sucumbir su marido.

Dejaba de insultarla y de golpearla cuando veía que ella empacaba su ropa y la de sus hijas, quienes siempre, sobre todo la mayor, fueron temerosos testigos de las veces que él corrió a su madre arrastrándola por el suelo mientras la jalaba del cabello.

De lunes a sábado, Rosalía se levantaba a las cinco treinta de la mañana. Preparaba el desayuno, que no era más que leche o café caliente y pan, y planchaba la camisa que su esposo se llevaría a trabajar. Después limpiaba la casa. A las dos de la tarde llegaba Armando. La comida: agua de frutas, sopa o arroz y guisado, tenía que estar lista. Por las tardes, ella trabajaba en una fábrica de calcetines.

Esta rutina, que parecía soportable, se vio trastocada por las repentinas borracheras de su marido, las cuales lo estimulaban para acusarla de infidelidad, para gritarle y humillarla con cualquier otro pretexto.

Esta vez, Rosalía le dijo que se iría. Lo decía en serio. Él no le creyó. Estaba seguro de que ella no tendría el valor de irse con sus cuatro hijas, simplemente porque no podría mantenerlas.

Se equivocó. Rosalía no tenía ningún amante. Rosalía se fue. Rentó un departamento para ella y sus hijas.
Su madre le pedía que volviera con su esposo, que pensara en las niñas, quienes podrían embarazarse a temprana edad por no estar cerca de su padre. Su hermana y sus tíos también intervinieron para que regresara con él, sin lograrlo.

Desde entonces, Armando y Rosalía no viven juntos a pesar de que legalmente no están divorciados. Ella, ocho años después, sigue solventando los gastos de la casa en la que vive con sus hijas, quienes no se han embarazado. Su novio la visita por las tardes. Ya no sufre los gritos y los golpes que padeció desde los 19 años, edad a la que se casó. Ya no se levanta a las cinco treinta de la mañana a servir el desayuno y a planchar una camisa, tampoco debe tener lista la comida a las dos de la tarde.