Un racimo de gardenias en medio del asfalto
Oscar Osvaldo Ramírez Hernández
Se acomoda el escote y parece que ese implante de senos va a
reventar su blusa para escapar de ella; meticulosamente, se aplica maquillaje
líquido en el rostro; luego, el polvo; delinea sus ojos con la habilidad de
cualquier mujer que se maquilla mientras viaja en el transporte público, la
primera pasada es para marcar el contorno, la segunda, para engrosarlo;
inmediatamente, sus ojos dan una apariencia visual de volumen; un poco de rubor
para crear contraste entre el color de sus mejillas y el resto de su rostro; en
el primer intento, se coloca un par de
pestañas postizas de color rosa y amarillo fosforescente; por último, llena su
sus párpados superiores de una sombra compuesta por una indiscreta diamantina
verde que, como efecto secundario, atrae las miradas hacia sus cejas
delineadas.
Lleva casi
media hora en el intento por acomodar su cabello, cuyas extensiones rubias
artificiales se resisten a ser dominadas para quedar como ella las desea.
Después de una caja de pasadores y media lata de fijador en aerosol, el
resultado es el esperado; su cabello está peinado como el de una quinceañera en
el día de su fiesta.
Su
uniforme dista mucho de parecer el de un futbolista convencional; sustituye una
camiseta de algodón con poliéster que parezca de algún club de fútbol soccer
nacional o extranjero con una blusa escotada de tirantes, con pedrería de fantasía
capaz de reflejar la luz que se proyecta sobre ella; su short no parece
deportivo, es un cachetero de mezclilla que deja a la vista la mitad de sus
glúteos; en lugar de los famosos “tacos”, calza unas sandalias de plataforma.
Eso sí: lleva unas calcetas desde la punta de sus dedos hasta la rodilla,
debajo de ellas, un par de espinilleras.
Faltan 15 minutos para las 10 de la noche y Vicky, después
de siete vasos de tequila con refresco de toronja, está lista para salir a la
cancha a dar todo de sí y mantener la racha en la que su equipo lleva más de 20
años sin perder un partido.
“Las Gardenias” preparándose para su
partido. Fotografía: Bárbara Zamora
Entre “fayuca” y
vecindades
“Desde antes de la Época Colonial (1521-1810), Tepito ha
sido uno de los puntos de comercio más importantes de lo que hoy es la Ciudad
de México.”1
“¡Es
robado, pero no usado!”, es el grito popular de todos los comerciantes del
llamado “Barrio Bravo”, ubicado al norte de la ciudad, en la delegación Cuauhtémoc.
Ahí, donde se puede conseguir de todo: un par de zapatos, ropa, productos de
higiene personal, películas o discos piratas, mascotas ordinarias o exóticas, aparatos
electrodomésticos, etc.
_________________________
1 ARÉCHIGA, Ernesto. Tepito: del antiguo barrio de indios al arrabal (1868-1929),
México,
Ed. UOS, 2003, p. 46.
Desde las seis de la mañana, comienza a erguirse, en las
calles del barrio, la estructura metálica que soporta a todos los puestos que
se cubren con lonas amarillas, rojas o azules. Es el orgullo de los tepiteños:
ser identificados como personas trabajadoras, a pesar de la fama que el lugar
ha obtenido al ser relacionado con delincuencia, violencia, drogas y
marginación.
Durante las
24 horas del día, el barrio está lleno de alegría. En las mañanas y las tardes,
el laberinto multicolor se llena de salsa y cumbia a todo el volumen que los
aparatos de los comerciantes dan; el grito de “Ahí va el diablo” se hace
presente en todas las calles por donde los “diableros” transportan cajas llenas
de “merca chueca” o “fayuca”, es decir, todos esos productos que se venden en
las tiendas departamentales, sólo que a precios mucho más bajos. Tepito: “El
Robin Hood de los pobres”. En las noches
y madrugadas, los puestos callejeros de “garnachas” y postres sustituyen a los
vespertinos que se retiran a las seis de la tarde. No importa la hora, el
barrio siempre está despierto.
En
resistencia al paso del tiempo, se mantienen en pie negocios que fueron
inaugurados desde las décadas de los 20 y los 30: peleterías, talleres en los
que el zapato se elabora de manera casi artesanal y peluquerías atendidas por
adultos mayores. Sus 56 manzanas no albergan otro tipo de vivienda que no sean
las vecindades, muchas de ellas, reconstruidas después del terremoto de 1985,
en las cuales no falta un altar decorado con veladoras, flores y luces
coloridas para rendir culto a la Virgen de Guadalupe. El barrio es guadalupano,
la fe es parte de su identidad y modo de vivir.
En el
corazón de Tepito, emerge la iglesia de San Francisco de Asís, a un costado de
“El Maracaná”, el recinto deportivo más importante del barrio.
Entre
comerciantes, vecindades, “fayuca” y diableros, la cultura de Tepito tiene un
punto cumbre: la fiesta patronal en honor a San Francisco de Asís, la cual se lleva
a cabo cada 4 de Octubre.
En esta fiesta, además de la misa y la feria,
se expresa toda la identidad tepiteña a través de los dos deportes más
representativos del barrio: el box y el futbol. Esta celebración tiene 300 años
de historia (desde que se construyó la iglesia de San Francisco de Asís), pero
la inclusión del deporte tiene, aproximadamente, 50 años.
“El Maracaná”, recinto deportivo más importante de Tepito; a sus espaldas, la iglesia de San Francisco de Asís. Fotografía: Archivo del Centro de Estudios Tepiteños.
Hace aproximadamente 45
años, se unió a esta celebración religioso-deportiva un equipo de futbol soccer
llamado “Las Gardenias”; su característica distintiva del resto de los equipos compuestos
por hombres que participaban en la fiesta patronal era su conformación de
jugadores: travestis y transexuales, razón por la que este equipo fue
discriminado en el torneo, pues los demás jugadores se sentían rebajados al
tener que enfrentarse a “Las Gardenias”, a quienes subestimaban, rechazaban y
no dejaban jugar, a pesar de haberse registrado formalmente en el torneo.
Estos
prejuicios eran producto de la perspectiva binaria que predominaba en el barrio
de Tepito, a través de la cual se concebía a las personas en dos tipos: hombre
y mujer. La homosexualidad, el travestismo y la transexualidad no eran
concebidas ni aceptadas pues, hace más de cuatro décadas, eran identidades de
género cuya existencia se ignoraba en el barrio, por lo que eran concebidas
como algo raro o anormal.
Cabe mencionar que el
género2 es un significado cultural construido por el ser humano, una
identidad psicosocial que es resultado de las diferencias sexuales, sistemas de
signos e interacción social.
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2 Véase: LÓPEZ, Virginia. El concepto de
género”, en: Abriendo el camino al andar:
participación y creatividad de las científicas mexicanas en la física,
medicina, antropología y agronomía, México, FCPyS, UNAM, 2011, pp. 29-55.
La raíz de “Las
Gardenias”
Como toda flor, “Las
Gardenias” también tienen una raíz compuesta por dos personas sumamente
importantes: “Rosa Salvaje” y Bárbara Zamora.
“Rosa
Salvaje” fue un travesti de Tepito que vivía frente a “El Maracaná” (el
deportivo del barrio), quien hace más de cuatro décadas decidió entrar al
torneo de futbol en honor a San Francisco de Asís con su propio equipo conformado
por travestis y transexuales, al que decidió nombrar “Las Gardenias”.
Entre
tantos lenguajes creados a lo largo de la historia de la humanidad, existe uno
que prevalece desde su creación en Constantinopla, en el año 1600 d.C., y su
expansión en la Época Victoriana, hasta su introducción en
la cultura occidental, en 1716. Éste es el lenguaje de las flores, o floriografía,
utilizado para transmitir sentimientos y emociones a través de mensajes
codificados mediante la atribución de significados a las flores; dichos
mensajes pueden ser decodificados a través del olfato, la vista, el tacto y
hasta el gusto.
La
flor de la gardenia, planta de origen chino, “simboliza la gracia femenina, la sutileza
y del mérito artístico; por su color blanco (en la connotación occidental),
representa la pureza, la prosperidad en los tiempos futuros, la luz que se
difunde, esperanza, inocencia, paz, calma y armonía; el significado
predominante de esta flor, en la cultura de occidente, es el amor secreto.”3
Flor de gardenia. Fotografía: Vanessa Diffenbaugh
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3 DIFFENBAUGH, Vanessa. El lenguaje de las flores,
México,
Ed. Salamandra, 2013, p. 52.
El significado de la gardenia representa todos los valores,
ideas y cosmovisión si equipo homónimo, que posee cualidades femeninas,
reconocimiento por su alta calidad deportiva, la convivencia pacífica que
predican a través del juego, la esperanza de superación común en todo el barrio
y sus deseos, su atracción por personas del mismo sexo, así como su capacidad
de sentir amor por ellas, la cual tuvieron que mantener secreta en su origen
por el rechazo social que padecían, pues la gente, principalmente los jugadores
de los otros equipos de la liga, las subestimaban, pensaban que no sabían jugar
y hasta consideraban ofensivo jugar contra ellas, incluso los espectadores les
aventaban piedras, huevos o harina para desanimarlas.
La
señora Bárbara Zamora, una persona de la tercera edad que vendía dulces afuera
de “El Maracaná”, es la segunda persona que conforma la raíz de “Las
Gardenias”, quien tres años después de la creación del equipo, decidió
convertirse en su madrina para aprovechar el cariño y respeto que el barrio le
tenía, además de la influencia que ejercía sobre él, con el objetivo de
convencer tanto a los jugadores de los demás equipos de la liga del barrio como
a los espectadores de los partidos de incluir, aceptar y respetar a “Las
Gardenias” en los partidos.
Después de conocer a “Rosa Salvaje”, Bárbara Zamora sintió
empatía con su situación de discriminación y decidió apoyarla. Una vez que
logró la inclusión de “Las Gardenias” al torneo, comenzó a diseñar y
confeccionar sus uniformes.
Con el fallecimiento de Bárbara Zamora, a los 85 años de
edad, en 1990, su hija, con el mismo nombre, tomó la batuta del equipo; esta
segunda madrina falleció en diciembre de 2014. La nieta de Bárbara Zamora es la
actual líder del equipo, curiosamente, se llama igual que su madre y su abuela.
Amadrinar a este equipo de futbol se ha vuelto una tradición familiar que se ha
transmitido de generación en generación en las Zamora.
Homenaje realizado a Bárbara Zamora (la
segunda madrina de “Las Gardenias”), luego de su fallecimiento en 2014. Fotografía: Bárbara Zamora.
“Las Gardenias”: un
símbolo del barrio
El proceso de
aceptación e inclusión del equipo de “Las Gardenias” está estrechamente
vinculado con su alto nivel de juego que demostraron desde su primer partido en
el torneo del barrio, en cual resultaron victoriosas desde su primer año de
participación. Con ello, derrumbaron todos los prejuicios que el resto de
jugadores tenía contra el nuevo equipo. Partido tras partido se ganaron el respeto
y reconocimiento tanto de contrincantes como de espectadores. Actualmente, “Las
Gardenias” son reconocidas como el equipo de futbol más competitivo de Tepito.
“Las Gardenias”, después de ganar el
trofeo del primer lugar, en 2010. Fotografía: Bárbara Zamora
Con el paso del tiempo, la liga de futbol que realizaba el
torneo en honor a la fiesta patronal de San Francisco de Asís disminuyó de
equipos porque muchos veteranos que la crearon ya no podían jugar o ya habían
muerto. “Las Gardenias” perduraron, pues más travestis que llegaron o nacieron
en el barrio se unieron al equipo porque se sentían identificadas, pertenecidas
y aceptadas.
Después de la reducción de la liga, “Las
Gardenias” se hicieron las principales rivales del equipo “El Hebraye”,
conformado por los hombres que, hasta antes de la llegada de “Las Gardenias”,
eran los mejores jugadores del barrio. El encuentro se volvió tan atractivo por
su alto nivel deportivo que, hoy en día, es considerado el clásico del barrio.
Actualmente, durante la fiesta en honor al
santo del barrio, ya no se realiza el torneo, sólo el partido que representa el
clásico tepiteño: “Las Gardenias” vs “El Hebraye”, evento con el que se cierra,
con broche de oro, la festividad que se lleva a cabo cada 4 de Octubre.
Durante los últimos 21 años, “Las Gardenias” han
derrotado a su equipo rival. “El Hebraye” era el equipo más exitoso antes de la
llega de “Las Gardenias”, pero éstas llegaron a tumbarles el trono.
“Le digo a mi equipo: vamos a ganarles para
romper la tradición […]. No les hemos ganado ni un partido.” -Héctor Carmona,
capitán de “El Hebraye”-.
“Las
Gardenias” vs “El Hebraye”, en 2014. Fotografía: Bárbara Zamora.
Alfonso Hernández es un cronista originario del barrio de
Tepito, pero prefiere autodenominarse como “hojalatero social”. Es director y
fundador del Centro de Estudios Tepiteños (CET), una organización sin fines de lucro
que estudia y difunde tanto la historia como las diversas manifestaciones de
cultura tepiteña (el baile, la música, la literatura, la pintura, el graffiti,
el deporte, etc.) con el objetivo de desmitificar la creencia de que Tepito es
un lugar lleno de delincuencia y violencia. Respecto al clásico tepiteño,
afirma:
“La importancia de este juego es derivada de
que son travestis o transexuales que dan el alma en el campo […]. Yo pienso que
este reconocimiento que el barrio les da es porque son bien chambeadoras.”
Alfonso
Hernández, director y fundador del CET. Fotografía: archivo del CET.
Otro factor muy importante para la aceptación
de “Las Gardenias” y su posterior conversión en símbolo del barrio es su
carácter trabajador. En cuanto la gente de Tepito se dio cuenta de que cada
mañana salían a ganarse la vida de manera honesta para llevar un plato de
comida a su mesa, como el resto de los tepiteños, se sintió identificada con el
equipo.
Fuera de las canchas, “Las Gardenias” se
desempeñan como microempresarias en sus estéticas donde realizan cortes de
cabello, ponen uñas, realizan peinados para eventos importantes, maquillan,
etc. Los tepiteños conviven con las integrantes del equipo y las conocen como
seres humanos en cada plática que tienen con ellas mientras les brindan sus
servicios.
Ante la
creencia de que en Tepito todo es delincuencia y drogas, fama con la que sus
habitantes no quieren que sea reconocido su barrio, “Las Gardenias” muestran
una imagen distinta, la del orgullo trabajador que, aunado a su talento
deportivo, hace que los tepiteños, quienes rechazan la violencia con la que se
les cataloga, se sientan representados por ellas ante quienes no conocen Tepito
y tienen prejuicios en su contra.
Los
tepiteños conciben a “Las Gardenias” como seres admirables que son un orgullo
para el barrio, digno de representar a toda su gente y su cultura.
Naomi, una de “Las Gardenias”, en su
estética. Fotografía: Oscar Ramírez.
Ø “Las Gardenias” vistas
desde afuera del barrio
Guillermo Cruz, periodista y analista deportivo que trabaja
para el periódico ESTO, ofrece su perspectiva sobre “Las
Gardenias”:
“Sin duda, todo deporte lleva alrededor de sí
un conjunto de manifestaciones culturales. El futbol es el mejor ejemplo;
existe identidad con un equipo, amor a la camiseta, rivalidades eternas… etc.
Sin embargo, algo como ‘Las Gardenias’ es todo un fenómeno de identidad de un
barrio completo; es del barrio y para el barrio. Sinceramente, nunca había
visto tanta lealtad de una afición hacia un equipo. En el futbol profesional,
todo es negocio y tanto jugadores como empresarios obedecen a intereses
económicos, por eso, la afición sabe que admira a ídolos fugaces que un día son
de su equipo y al otro, ya están con el que les ofreció más dinero. En cambio,
“Las Gardenias” juegan por el puro placer de representar a toda su gente y
enaltecer el orgullo de ser del barrio.”
Ramón Rosas, maestro de educación física de la
secundaria “General Miguel Alemán”, ubicada en Tepito, egresado de la Escuela Superior de Educación Física (ESEF) y residente de la delegación
Iztapalapa, ofrece su opinión sobre “Las Gardenias”:
“Yo no soy de Tepito y me contagia el
entusiasmo y el furor que el equipo desata en todos los habitantes de mi lugar
de trabajo, sobre todo en los muchachos a los que les doy clase, pues les dan
el ejemplo de que el deporte implica esfuerzo, dedicación, honestidad, trabajo
en equipo, disciplina y muchos valores más que “Las Gardenias” reproducen
incluso fuera de la cancha. Me han contado que son gente muy trabajadora que ha
sabido salir adelante y superar las adversidades que la vida y la sociedad
misma le ha impuesto. Para mí, son personas que, sin ser deportistas
profesionales, representan el deporte en su estado más puro porque llevan los
valores deportivos fuera de la cancha y son un ejemplo de vida para mis alumnos
que, finalmente, son las nuevas generaciones de tepiteños.”
Alejandro
Mendoza es un periodista mexicano de 31 años de edad, egresado de la UNAM.
Actualmente, trabaja como editor en VICE, una empresa dedicada a generar
contenidos para jóvenes, de 17 a 35 años, en internet; además, tiene una
revista impresa. El tema de la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual,
Travesti, Transgénero e Intersexual (LGBTTTI) ha sido uno de los más trabajados
por Alejandro Mendoza, quien tiene amplio conocimiento y experiencia en ello. A
partir de su experiencia, afirma:
“Esta comunidad expresa, a su manera, el contexto en el
que le ha tocado vivir; es toda una expresión sociocultural. Es decir, lo que hace
esta comunidad es interiorizar su entorno, apropiarse de él y proyectarlo (ya
interpretado). Por ejemplo, ‘Las Gardenias’ no son travestis y transexuales del
barrio que manifiestan la identidad
cultural de su contexto, son una forma de conocer Tepito. Podría afirmar que
esta comunidad es una proyección más de la multiculturalidad que existe en
nuestro país.”
Ø Un uniforme inusual
“Las Gardenias” llevan
su identidad travesti y transexual a todo lugar, la cancha no podía ser la
excepción; cambian el jersey por una
blusa escotada llena de brillantes, el short de futbolista por uno “cachetero”
de mezclilla, los “tacos” por sandalias que dejan ver sus pies bien cuidados y
sus uñas pintadas, también se maquillan y se realizan peinados iguales a los de
las quinceañeras en fiesta o se ponen pelucas de diversos colores.
Uniforme usado por “Las Gardenias” en
2014. Fotografía: Bárbara Zamora.
Ø Encuerados, pisto y
fiesta: descripción de un partido de “Las Gardenias”
De ser un equipo al que los espectadores rechazaban con
“huevazos”, mentadas de madre y escupitajos, “Las Gardenias” son ahora ídolos
de Tepito. Salen a la cancha tomadas de la mano y, antes de comenzar el
partido, regalan flores de gardenias a los espectadores, quienes las reciben
con chiflidos motivadores, halagos, aplausos y porras.
Entrada de “Las Gardenias" a uno de sus
partidos. Fotografía: Bárbara Zamora.
“Las Gardenias” regalando flores a los
espectadores. Fotografía: Bárbara Zamora.
“La gente de Tepito es lindísima”. -Vicky, jugadora de “Las
Gardenias”-.
La fiesta
comienza desde los vestidores de “El Maracaná”, donde “El Hebraye” y “Las
Gardenias” se visten para el partido. Mientras tanto, destapan cervezas y
botellas de tequila para comenzar a amenizar el ambiente. Trago a trago, los
ánimos suben de tono; los besos de “Las Gardenias” a sus contrincantes de juego
no se hacen esperar, así como los “arrimones” y manoseos.
Convivencia previa al partido de “Las
Gardenias”. Fotografía: Bárbara Zamora
Besos y “arrimones” entre equipos contrarios. Fotografías: Bárbara Zamora.
Una “Gardenia” le baila sensualmente a
un miembro de “El Hebraye”. Fotografía: Bárbara Zamora.
Si hay un nuevo integrante en el equipo de “El Hebraye”, “Las
Gardenias” le dan una bienvenida o bautizo, como ellas la llaman: lo dejan en
ropa interior, lo acuestan en una mesa del vestidor, lo toman de sus
extremidades para inmovilizarlo y se monta cada una de las 20 integrantes del
equipo sobre él para “cabalgarlo” durante unos minutos, le meten la mano
adentro del calzón para manosearlo, lo besan, le dan nalgadas, le hacen bailes
sensuales y los sueltan para ser reconocido como el nuevo miembro oficial del
equipo, quien no toma su bienvenida como una ofensa o falta de respeto, sino
como parte de la fiesta.
“Bautizo” de los nuevos integrantes de
“El Hebraye”. Fotografías: Bárbara Zamora.
El partido, más que un encuentro deportivo, es un show. Las
reglas comunes del futbol no se siguen al pie de la letra. Cuando a “Las
Gardenias” no les parece justa una expulsión o amonestación del árbitro, lo
besan y lo desvisten en la cancha; si los jugadores de “El Hebraye” realizan
una jugada “sucia”, lo tiran, se enciman en él, lo nalguean y lo besan hasta
que el lápiz labial de una gardenia queda marcado en sus labios; basta la
atracción por el contrario para que una gardenia meta su mano en su short; todo
esto es completamente válido en el clásico tepiteño, pues es lo que divierte a
los espectadores.
“Las Gardenias” desnudando a un jugador
del equipo contrario. Fotografía: Bárbara Zamora.
Dos “Gardenias” intentando desnudar al
árbitro del partido. Fotografía: Bárbara Zamora.
“Gardenia” derribando a su oponente. Fotografía: Bárbara Zamora.
Al final de cada partido, en el que la gente está
acostumbrada a ver ganar a “Las Gardenias”, los espectadores bajan de las
gradas hacia la cancha para celebrar y tomarse una fotografía con sus ídolos de
barrio, es decir, el racimo de gardenias que creció en medio del asfalto.
“Las Gardenias” anotando el gol de la
victoria, en el partido de 2014. Fotografía: Bárbara Zamora.
Espectadores e ídolos conviven al final
de cada partido. Fotografía: Bárbara Zamora.
- Fuentes de información:
·
·
Bibliografía:
-ARÉCHIGA,
Ernesto. Tepito: del antiguo barrio de indios al arrabal
(1868-1929), México, Ed. UOS, 2003, 366 pp.
-DIFFENBAUGH, Vanessa. El
lenguaje de las flores, México, Ed.
Salamandra, 2013, 352 pp. -DE BEAUVOIR, Simone. El segundo sexo, México, Ed. Debolsillo,
6ª edición, 1982, 417 pp.
-LAMAS, Marta. El género la construcción cultural de la diferencia
sexual,
México, Ed. PUEG, 2003, 367 pp.
·
Entrevistas a:
- Alejandro Mendoza, editor de VICE, el
16 de abril de 2016.
-Alfonso Hernández, director del CET, el
17 de abril de 2016.
-Guillermo Cruz, periodista de ESTO, el
30 de abril de 2016.
-Ramón
Rosas, maestro de educación física, el 1 de mayo de 2016.
Hemerografía:
-LÓPEZ,
Virginia. El concepto de género”, en: Abriendo
el camino al andar: participación y creatividad de las científicas mexicanas en
la física, medicina, antropología y agronomía, México, FCPyS, UNAM, 2011,
pp. 29-55.
T
Tesis:
-OLGUÍN,
Elizabeth. La familia como formadora de
la identidad de género, México, Psicología, FES Iztacala, UNAM, 2014, 81
pp.
-VITELA,
Natalia. Atrapados en otro cuerpo: relato
periodístico sobre el conflicto de identidad de género de tres transexuales,
México, Ciencias de la Comunicación, FCPyS, UNAM, 2012, 90 pp.
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