miércoles, 27 de mayo de 2015

La música en audiovisual: Los conciertos del siglo XXI

Fotografía por Tomek Kaminski, tomada de Facebook: https://goo.gl/DJtZu3

Por Nydia Valerio


En 2014, la cantante islandesa Björk lanzó al mercado el video documental de uno de sus conciertos de su gira Biophilia de 2013. Grabado durante su presentación en Londres, el proyecto multidisciplinario ‘Björk: Biophilia live’, llevó a escena danza, escenografía, iluminación, visuales, vestuario, maquillaje y por supuesto, la música en vivo del álbum del mismo nombre, convirtiendo al concierto en algo más que un espectáculo musical, sino en toda una experiencia audiovisual, en primera instancia por su formato cinematográfico, pero incluso antes de eso, por la puesta en escena que significó planear una gira de tales dimensiones audiovisuales.




Su base es el material musical –el séptimo álbum en la carrera de la cantante–, sin embargo, incluye mucho más proyectos alternos: el álbum, aplicaciones para iPad y iPhone, un sitio web, “instrumentos” musicales para crear nuevos sonidos, el show en vivo, un programa educativo para niños, videoclips y la grabación del documental; todo esto enlazado por la música, la ciencia, la tecnología y la naturaleza. El ideal de Björk es crear en Biophilia la reunificación de los humanos con la naturaleza a través de las innovaciones tecnológicas.


Por supuesto que para Björk con sus casi cuarenta años de trayectoria como artista (cantante, actriz, multiinstrumentista, compositora y productora) lograr una empresa de tales magnitudes y que abarque tantas disciplinas no resulta tan complicado, la calidad de su trabajo habla por ella, y sus ideales, siempre visionarios, la han llevado a consagrarse como un baluarte de la música contemporánea. Pero todo esto no surgió de la nada, la islandesa tiene talento y desborda creatividad en todo lo que toca, desafortunadamente es un don que pocos humanos comparten, pero que muchos intentan explotar dentro de sí, día con día, haciendo música en cualquier rincón del mundo.



La Ciudad de México no es un caso diferente. En este siglo no es complicado encontrar un fin de semana en que una banda o varias ofrezcan un concierto gratuito en algún recinto popular, de entre tantos que han pululado en los últimos tiempos dada la necesidad de tener lugares para presentar estos desbordes de creatividad mexicana. En México hay jóvenes haciendo música, y tiene mucho sentido pensar que algunos de ellos sueñen con llegar a ser y hacer algo como Björk, Radiohead, Muse, Coldplay o Yeah Yeah Yeahs, por mencionar a algunos que en este siglo han destacado por montar en sus shows en vivo grandes espectáculos audiovisuales, que hacen vibrar los sentidos de los asistentes.

¿Pero cómo una pequeña banda local va a poderse comparar con estos grandes de la música occidental? “A lo largo del tiempo yo creo que se ha perdido en el rock un poco de esa magia o de ese poder de seducción que deberían tener los grupos. Yo creo que la culpa la han de tener los del hardcore, porque en ese momento llega el igualar al músico con los escuchas, y hablar de que todos somos iguales, que no hay diferencias, pero más allá de la apariencia física, la verdad es que no somos iguales, yo sí les tengo mucho respeto porque pueden hacer algo que yo no hago, de entrada me parece que eso los hace diferentes”, comenta el periodista y crítico de rock de 53 años, David Cortés Arce, quien además señala que la teatralidad en el rock ha estado con él desde su nacimiento.

Y tiene razón, pues ya en los años cincuenta y sesenta artistas como Screamin’ Jay Hawkins y Screaming Lord Sutch implementaron en sus actuaciones musicales puestas en escena en las que representaban demonios, muertos vivientes y monstruos, esto les otorgó el título de padres del shock rock, una corriente del género rock que mezcla la puesta en escena con la actuación musical. El shock rock retoma muchos elementos del teatro como disfraces, maquillaje, utilería y escenografía, sin embargo la base de todo seguía siendo el espectáculo musical, uno muy orgánico.



Quizás a estas alturas de la historia no puede pensarse un espectáculo de tales características si no es en teatro, pero incluso tal como lo hizo Björk, las tecnologías a la mano pueden hacer espectáculos mucho más significativos para artistas y espectadores. Pero ¿Qué hay de las bandas nacientes que tienen la expectativa de llegar a hacer un espectáculo como el de Björk? Tal como Goffman refiere, el teatro es una metáfora de la acción humana, también mediante la música y su acto en vivo, el performance ejecutado por los músicos es de igual manera una metáfora. Incluso con las letras, pues se posibilita una nueva manera de analizar el discurso en su ejecución[1]. Este comparativo también se da a niveles minoritarios, es decir, tal como en los setenta, que el performace se convirtió en un acto artístico, social e identitario, en el performance durante un show musical se articula también la toma de nuevos espacios, incluso la toma de una conciencia contestataria, tal como en los orígenes del rock.

El Personaje: Vestuario y Utilería
Así como Björk vistió con una túnica de colores vibrantes (azul, verde y plateado) y mostró una cabellera risada, esponjada y color naranja, además del maquillaje que acentuaba sus rasgos alienígenas (uno de sus variados atuendos) para parecer un habitante de la Biophilia, hizo Karen O durante su concierto en el Palacio de los Deportes el miércoles 27 de enero de 2010, en México, durante su gira “It’s Blitz”. Ella, al inició mostró una amplia capa blanca con espirales rojas y una especie de corona rectangular; posteriormente se fue desprendiendo de la capa para dejar ver debajo un nuevo vestuario más ajustado, un vestido corto, rojo y negro, mallas rojas, y tenis, y así cambió de vestimenta durante todo el show. Detrás de ella se pudo observar también una enorme pared de círculos concéntricos hechos con diamantina negra y azul, y en el centro un gran ojo. Sus acompañantes, Nick Zinner (guitarra) y Brian Chase (baterista) vestían ambos de negro.

 Fotografía por Toni François, tomada de Facebook: https://goo.gl/b6SJ5R

Además de la música, la ropa es un elemento que llama la atención en los conciertos de rock, es lo que ayuda al frontman a crear el show. Indudablemente el efecto de las vestimentas ha sido claro para los gobernantes a lo largo de la historia (militares, policías, clero, etc), y ha otorgado poder[2]. “Cuando tú estás ahí, tú cobras sentido a través de los ojos del espectador, de otra forma no existes. Entonces yo creo que si es importante subirse con toda la idea de querer dejar algo y de recibir algo de quien te esté viendo, proyectar lo que dicen las canciones, y con lo que le das a mirar”, comentó en entrevista Alenka Ríos Hart, actriz y vocalista de La Era Vulgar, agrupación del Distrito Federal fundada en 2012.

Cuando el artista se permite crear y tener un acceso a su mundo interno o externo lo hace gracias a las facultades psíquicas que posibilitan la dinámica del “crear”, por lo tanto hace uso libre de procesos más específicos como son el de la percepción y representación[3]. “Algo en lo que siempre estuvimos de acuerdo es que la imagen es muy importante para un músico, yo siempre he tenido la filosofía de que no puedes subirte al escenario con la misma ropa con la que vas al super, tienes que respetar el escenario, y meterte en el papel que quieres interpretar, entonces, el vestuario, aunque parezca algo material o sin importancia, sí le da bastante carácter y personalidad, porque es así como habla el cuerpo también, tu ropa”, opina Marcela Viejo, vocalista de la banda regiomontana Quiero Club, que con once años de trayectoria en la escena musical mexicana, siempre han destacado, entre otras cosas, por su forma particular de vestir.

Como Ana Goutman señala en su libro El Espacio Escénico. Significación y medios (2003), que la articulación del personaje mediante una vestimenta que se llena al portarse en el espacio escénico, no funciona sin el mensaje que el portador va a revelar. Ambas agrupaciones, La Era Vulgar y Quiero Club coinciden en que sus miembros conciben al acto en vivo como un momento en que los artistas dan la cara al público, es el momento en que la música tiene una representación visual, y tal como lo hicieron creando la música, ellos quieren ser muy partícipes de la imagen visual que dan a quienes asisten a verlos tocar.

“Incluso más que la escenografía, porque es un momento de presencia, una extensión de tu persona, y está comunicando algo. Me parece que la ropa comunica más incluso que una escenografía, comunica una postura si te vistes fachoso, si te vistes con tu ropa rota adrede, si te pones de traje, si te disfrazadas de cosas extrañas… el vestuario es una extensión de la persona y comunica mucho más lo que quieres decir o parte de tu mensaje lírico o conceptual, o lo que quieres decirle a la gente, o en contraste con tu música o como continuación de tu música”, señala bajo el mismo contexto Patricia Peñaloza, periodista musical, columnista de La Jornada y cantante en Las Licuadoras.

¿Pero qué sucede con aquellas agrupaciones que no ocupan una vestimenta para presentarse y dar un concierto? “Jean Loup no lo hace”, comenta Alenka Ríos, “pero a mi algo que me gusta de ellos es que tiene mucha energía cuando están tocando en vivo, se mueven mucho, proyectan mucho. Hay algo muy bonito que es que esta Fer en la batería, y ella es el símbolo femenino en la banda y es un símbolo muy fuerte porque al final ella es la que está llevando la base, es como el corazón del asunto, y me gusta mucho que de repente todos están tocando y se voltean a ver a Fer, y eso es algo muy representativo, verla ahí arriba y a todos los hombres alrededor, como la mujer, como la madre, como lo femenino, y esto ya es incluso un performance sin que ellos sepan siquiera que lo están haciendo, pero porque es intuitivo y es honesto”.



De manera similar sucede con Baby Nelson & The Philistines, como comenta Peñaloza sobre el momento en que los vio por primera vez: “Todos los que estábamos brincábamos, nos emocionamos, haciendo slam, y como el 90 por ciento los acabábamos de conocer. Que pase eso con una banda nueva sin que conozcan tus canciones, ¡Que emoción! Quiere decir que estas teniendo ese poder de comunicación con la gente y eso es bien importante, ese don luego no es tan fácil, es algo que se trae”. He aquí la diferencia del teatro con un concierto, y su similitud con el performance, todas son artes escénicas, pero en los dos últimos la cuarta pared del teatro es una puerta por la que pueden circular público y artistas.

Fotografía por Chaba MR, tomada de No Hay Futuro Distro: https://goo.gl/PzgESG

El Público
“Es por eso que establecen una conexión con una cierta divinidad (las bandas) llámese como le quieran llamar, y yo sé que puede parecer una tontería, sin embargo si tú los has visto en vivo, tú vez que algo pasa, los estás viendo que están como transmutando, siguen siendo ellos pero dices ‘¡Wow!’, hay veces que la energía es tal que se desprende del escenario y te imanta, y sientes que te recorre la columna vertebral y dices aquí está pasando algo”, comentó David Cortés al cuestionarle sobre la interacción del público con los músicos en un concierto. Durkheim diría que “en el seno de una asamblea enardecida por una pasión común, nos hacemos capaces de sentimientos y actos de los que no lo somos cuando quedamos reducidos a nuestras solas fuerzas. […] Los cambios no son tan sólo de matiz y de grado; el hombre se convierte en otro[4].

A partir de esta manera de concebir los conciertos de quien ha asistido a ellos por pasión y profesión durante la mayor parte de su vida, la percepción de David Cortés no está alejada de otros consumidores de conciertos más jóvenes. Para MigraÑa, pseudónimo que ha decidido tomar el escritor, director y documentalista de la escena musical independiente de la Ciudad de México en You Make Me Sick I Make Films, a sus 32 años dice “a mí no me gustaría encasillarlo en el entretenimiento, yo si siento como una especie de conexión, puede llegar hacer algo bien íntimo, ver a alguien interpretar y se va más allá del entretenimiento, dices ‘ese güey no está ahí para que te la pases chido, mientras canta una rola con una letra de la verga y ves que está sintiendo cabrón y está teniendo su catarsis, eso va más allá del entretenimiento, es como un intercambio de energía”.

El acto del concierto, como las celebraciones religiosas, es un paréntesis en la vida ordinaria. Un paréntesis ritual por cuanto no es sólo parar, sino parar y seguir un rito establecido[5], en un lugar establecido y con personas con preferencias similares. Sin embargo, al parecer el ritual-concierto del siglo XXI ha rebasado las celebraciones religiosas, pues las percepciones se disparan. Pues entre otro de los testimonios recabados destaca también el de Alenka Ríos, pues para ella, subirse a un escenario “es un ritual muy importante, es una ceremonia de alguna manera, es la nueva ceremonia del siglo XXI. La gente ya no va a la iglesia ni se congrega alrededor de esas cosas, sino que la nueva manera de hacer comunión el nuevo ritual es ese, son los escenarios, es la música, es el teatro. Entonces uno tiene de alguna manera la responsabilidad de ir y dejar algo ahí”.

La Música

“A mí me sigue emocionando ver a un músico cantar, no me aburre. Pero depende la música, del concepto musical y la propuesta. Patti Smith no necesita nada, sus músicos y ella vestida con una camisa, sin maquillaje, con canas y arrugada, despeinada, y entre más sea así, más es Patti Smith. Si sale con una parafernalia no es Patti Smith”, apuntó Patricia Peñaloza cuando se le preguntó sobre la propuesta musical y la personalidad de los músicos; y continuó “Por ejemplo, Nick Cave es un tipo oscuro, que lo único que necesita es un juego de luces interesante, un juego a contra luz que proyecte sombras diabólicas, vestido de negro, no necesita escenografía ni parafernalia… Hay otros que si requieren eso, algunos les sirve, a otros les sobra, con otros es parte de. No es esencial, pero cuando es más tu escenografía que tu música, si hay que preocuparse”.


 


Parecería tonto obviar que la música es lo más importante en un concierto, sin embargo, en un concierto la apreciación es general en los sentidos, por lo que ambos elementos, visual y sonoro, se complementan estéticamente, para dar una percepción completa al espectador.


“Cuando me subo a un escenario”, comenta Alenka Ríos, “siempre pienso que quiero dejar algo, quiero proyectar lo que dicen las rolas, y sí es muy importante lo que dicen, es importantísimo que las rolas hablen por ti, tienes que tratar de transmitir algo a las demás personas y darte cuenta de que realmente tú como persona en el escenario lo que estás haciendo cobrar sentido. Mientras alguien tenga realmente algo que transmitir eso es lo más importante, que tú tengas algo qué decir, si tienes algo que decir eso se va a notar. Y puesto que las artes en general deben de proyectar la ética, la estética y la erótica de su tiempo entonces cuando estás ejecutando algún arte, de alguna manera debes tratar de proyectar lo que está pasando en tu mundo. Las artes están hechas para protestar, para decir algo, para informar”.



Y así, aunque no haya vestuario ni escenografía, el trabajo del frontman es grande. “Te hace pensar. Y me gusta la música que te hace pensar” dice un testimonio tomado para el documental Pulp: A film about life death and supermarkets (2014) a cerca de las letras del grupo británico Pulp, cuya lírica corre a cargo en su mayoría de Jarvis Cocker, su vocalista. Otro dice “No es fácil encontrar a alguien que escriba bien sobre sexo”, y Mark Webber, guitarrista de la banda opina “Siempre ha sido un exhibicionista” sobre Cocker. Este documental, grabado para dejar testimonio de la última gira de la agrupación, y específicamente de su último concierto en su ciudad natal, Sheffield, documenta lo que es tener frente a la banda a alguien que tiene algo que decir y que con más de 30 años de trayectoria domina hacer sin necesidad de algo más que su personalidad.



Como comentó Patricia Peñaloza: “primero hay que preocuparse por hacer buenas canciones, esa debe ser la primera y única preocupación de un músico, todo lo demás es por añadidura… La música es siempre lo que va a hablar, si tu música es mala y tu escenografía muy chida, no la va a levantar”. De manera similar piensa MigraÑa: “A pesar de que sí aprecio la fuerza de una banda sobre el escenario y que la transmitan, la verdad es que al final si me clavo por escucharlo en vivo, a lo que voy es más a escuchar que a ver. Me gusta ver porque esas ahí y qué escuchas, pero me concentro más en como suenan, si suenan mal, si es por el sonido del lugar, por el back line o si ellos están tocando mal”. Aunado a esto, llegamos a abordar ahora la parte de la infraestructura.


El Audiovisual

Un concierto supone escucha en comunión, una experiencia en donde el sonido y su articulación artística es el elemento a percibir. La palabra concierto nos da idea de vivo, de trabajo en tiempo real, que en este caso implica la generación, mezcla, procesamiento y control de sonidos e imágenes. El concierto audiovisual es entonces una performance sonoro-visual en tiempo real a la que se suma también una puesta en escena[6]. Visto desde esta perspectiva de Jorge Haro, profesor de la Facultad de Diseño y Comunicación de la Universidad de Palermo, y artista sonoro y audiovisual, el concierto por su naturaleza es un aparato audiovisual, el espectador va a percibir por vista y oído el trabajo del artista, aunque este sólo sea músico, pues va a verlo ejecutar su trabajo. Por eso la importancia de darle algo más que ver al público. “Los visuales están bien padres porque puedes hacer algo muy bonito con poco presupuesto, me parecen una alternativa interesante, puedes poner mucho”, opina Patricia Peñaloza sobre el uso de proyecciones y elementos visuales digitales durante los conciertos, muy usados recientemente por colectivos y organizadores de conciertos independientes de la Ciudad de México como Latitud 19°14’, que promueve propuestas musicales de la escena local.


Fotografía por Sara Alaíd, tomada de Facebook: https://goo.gl/PnoItZ

“Yo sí creo que es importantísimo tener un equilibrio entre lo visual y la música”, comenta Alenka Ríos, “obviamente lo más importante es la música, y si la ejecución está bien y la música está bien pues ya tienes más del 80 por ciento, pero si estas detrás de un instrumento está muy bien tener visuales, te ayudan muchísimo para que la gente le pueda entrar”. Sobre esto, MigraÑa, como consumidor y productor de audiovisuales, dice: “Yo creo que ahorita más que nunca es más interesante cuando las bandas se toman en serio toda esta parte de que haya un buen sonido en vivo y que se involucren en ondas multimedia que dicen yo quiero tener visuales, o lo que sea, o si quieren que pongan osos de peluches, decorar el stage o que pongan una manta. El público también lo agradece más cuando vas y ves este complemento visual esta padre. Y tampoco es ahuevo, no son mejores que los que no lo hacen, también esta chido la banda que sale y no trae ni madres, y su actitud y energía es la que te transmite algo”.


Este tipo de propuesta artística, más allá del punto de partida, se construye desde la idea transdisciplinaria, es decir, de plantear la necesidad de una formación estética y técnica en campos paralelos y simultáneos, entre la música que generará el músico, y el material visual.



Presupuesto
Hablar de montar un buen espectáculo audiovisual implica pensar en la necesidad de un buen presupuesto, para el uso de escenografía, vestuario, para la infraestructura, e incluso mejorar las condiciones del lugar. En la experiencia de Alenka Ríos “el presupuesto es importante, mas no es indispensable. De hecho puedes hacerlo sin tener nada. Pero que chingón si puedes ser como Daft Punk y traer tu pirámide con leds, pero ellos lo utilizan porque son dos güeyes, y si ellos sólo estuvieran sólo ahí, probablemente te cansarías de verlo, aunque sea Daft Punk. Pero no creo que en eso se base el que pueda salir bien todo lo que haces en el escenario. De hecho puedes no tener nada absolutamente”.

Además, continúa “tener una banda es super cabrón, y es carísimo, los instrumentos y transportarlos y todo lo que representa es caro, pero generalmente cuando vas a tocar es a lo que te toque, la iluminación que te toque, a menos que sea un concierto muy tuyo, o en niveles mucho más grandes donde te puedes dar más lujos”. Por esta parte, MigraÑa, quien también ha vivido de cerca la organización de pequeños conciertos independientes, dice “el presupuesto es importante, lo difícil es conseguirlo, a veces los mismos promotores, no tienen dinero para pagarle a las bandas, y hay muchos que meten cover para pagar el lugar, para pagarle a las bandas, y si sobra se rentan algo más de equipo, de PA o de back line”.

A pesar de esto la escena mexicana sale adelante, y tiene representantes como La Era Vulgar, donde Alenka se prepara siempre mental y físicamente para cada show. “A mí me gusta pintarme para salir a tocar, me pinto una raya aquí (a la altura de los ojos) que es algo muy simbólico para mí, muy personal, y que es parte del ritual que yo hago para subirme al escenario. Pienso lo que me voy a poner, me pinto los brazos con números, simbólicamente. Me pongo anillos también. Es un tipo de proyección, el enfoque de un viaje. El punto es que me pinto porque me ayuda a proyectarme en ese viaje al que quiero entrar, vocalizo, cierro los ojos y me concentro en la energía y pido ser un canal abierto para transmitir algo”.

Otro ejemplo de esto son los tapatíos Descartes a Kant, que desde sus inicios destacaron por hacer de sus conciertos un espectáculo visual, incluso teatral, pues toda su propuesta como agrupación abarca una imagen en cada disco y en cada gira.





“La situación está difícil, pero por eso está chida la escena porque haya un montón de bandas, hay más gente que dice ‘voy a hacerlo como pueda’, aunque eso deviene en deficiencias técnicas, en los lugares en que se hacen los gigs, porque no tienen las mejores condiciones, pero al final es punk rock, al final es la actitud, el presupuesto hace falta, habría que discutir cómo hacerlos más redituables”, comenta MigraÑa.


La música en audiovisual

Es un hecho que a los conciertos no los hace una escenografía, ni las luces, ni la ropa que el músico lleve puesta, el público es atraído por la propuesta musical de los artistas, que escuchó previamente, y que lo motivó a ir a escucharlos en directo. Pero cuando los conciertos duran más de media hora, y cuando hay tantos más haciendo conciertos, hace falta darle algo más al espectador, porque después de un rato de ver a un músico tocando su instrumento sólo el más acérrimo fan de Swans lo aguanta.


En conclusión son pocos los agraciados que con su presencia pueden llenar un escenario, por lo que la multidisciplinariedad ha invadido los escenarios musicales para hacerlos más ricos, nutriendo la experiencia tanto para artistas como para consumidores de ellos. En este siglo en que ya pocas cosas pueden sorprendernos, la mezcla de experiencias y talentos, abarcando al teatro, al performance, a la música y a la pasión misma de los ejecutantes, es primordial que para quien quiera dar un show realmente significativo, sepa qué quiere transmitir, para valerse de los recursos mencionados y que los adapte de la manera más adecuada a su discurso, y así poder comunicar y dejarle algo a quien vaya a escucharlo.







[1]Antonio Prieto. En torno a los estudios del performance, la teatralidad y más. (Notas para una conferencia). Para el curso "Globalización, Migración, Espacios Públicos y Performance". CRIM, 13 de septiembre de 2002. [http://performancelogia.blogspot.mx/2007/08/en-torno-los-estudios-del-performance.html].
[2]José Carlos Carmona. Comunicación simbólica del concierto simbólico. Universidad de Sevilla. Revista Comunicación 21. No.1 Octubre 2011. [http://www.comunicacion21.com/wp-content/PDF/Concierto.pdf].
[3]Leonardo Gonzales. Las implicaciones de la psicología en el arte del performance. Una mirada relacional entre el organismo y el mundo de los objetos. 2007. [http://performancelogia.blogspot.mx/2007/09/las-implicancias-de-la-psicologa-en-el.html].
[4]José Carlos Carmona. Ibid.
[5]Emille Durkheim. Las Formas elementales de la vida religiosa. El sistema totémico en Australia. Akal Editor. Madrid, España. 1982.
[6]Jorge Haro. Conciertos audiovisuales experiencias sinestésicas. 2012 [http://fido.palermo.edu/servicios_dyc/proyectograduacion/archivos/992.pdf]




Otras Fuentes:
Bjork: una artista de la música que se concierte en docente de las ciencias. Carina Maguregui. [http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=106226]. Mayo, 2015.
Biophilia the Film. Biophilia. [http://www.biophiliathefilm.com/#biophilia]. Mayo, 2015.
Biophilia the Film. About. [http://www.biophiliathefilm.com/#about]. Mayo, 2015.
El Shock Rock: el gran espectáculo. [http://www.afonica.com.mx/categorias/mashup/18582-el-shock-rock-el-gran-espectaculo]. Mayo, 2015.
Goutman, Ana. El Espacio Escénico. Significación y medios. UNAM. FCPyS. México. 2003.
Pulp: a Film About Life, Death & Supermarkets. 2014. 90 min. Reino Unido. Dirigido por Florian Habicht.


Entrevistados
David Cortés Arce.
Patricia Peñaloza. @patipenaloza
MigraÑa. @Soymigrana
Alenka Ríos Hart. @Alenka_Rios
Marcela Viejo. @MarcelaViejo

1 comentario:

  1. Un principio que te descubre muchos posibles senderos para continuar y profundizar la investigación.

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